Por primera vez en la historia, la conferencia climática más grande del mundo llegará al corazón de la Amazonía. Del 10 al 21 de noviembre de 2025, Belém do Pará, una ciudad vibrante, rica en biodiversidad y cultura, hogar de 1,3 millones de personas, será la sede de la 30ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, la COP30.
En 1992, Brasil ya había dejado su huella en la historia ambiental global con la Cumbre de la Tierra (ECO-92) en Río de Janeiro, un evento que sentó las bases de la gobernanza climática actual y dio origen a la convención climática.
Ahora, todas las miradas se dirigirán a la Amazonía. En un contexto global desafiante, marcado por crisis geopolíticas, una transición energética lenta y creciente presión sobre los compromisos del Acuerdo de París, Belém asume la misión de albergar una COP crucial que evaluará los avances logrados en la década desde que se establecieron los objetivos climáticos globales más urgentes en París.
Desde Belém, donde tenemos una oficina y equipos que impulsan soluciones basadas en la naturaleza para la Amazonía, compartimos cuatro puntos clave para conocer mejor la capital de Pará y la agenda que Brasil está promoviendo para estas discusiones climáticas críticas.
1. Belém: ribereña, amazónica y latinoamericana
Heche un vistazo a un mapa de Belém, camine por la ciudad y quedará claro: los ríos siempre han sido centrales para la economía y la cultura de la capital paraense. A los puertos llegan embarcaciones cargadas con el popular açaí, pescado, camarones, harina de yuca y otros alimentos locales que se venden en los mercados de Pará. Más del 50 % del territorio de Belém está compuesto por 42 islas fluviales, y la ciudad está bordeada por el río Guamá y la bahía de Guajará.
El flujo de las aguas ha moldeado tanto la ocupación del territorio como la rica diversidad étnica y cultural de la ciudad. Las zonas de várzea a lo largo de los ríos albergan los barrios periféricos de la ciudad, comunidades formadas históricamente por personas que alguna vez fueron campesinas, ribereñas y extractivistas del interior de Pará.
En estos barrios, la ciudad late con fuerza y revela su lado más amazónico y latinoamericano. Es común escuchar música en espacios públicos: junto al brega (un género que se reinventa constantemente entre generaciones), Belém vibra también con los sonidos de la cumbia, el merengue, la lambada y el reggae, ritmos caribeños que hacen que la ciudad se sienta más cercana a Colombia, Ecuador y Venezuela que al sur de Brasil. La cultura gastronómica local, profundamente conectada con el bioma amazónico, también es una de sus grandes atracciones.
Este escenario vibrante, lleno de contrastes sociales y expresiones culturales ricas, será la sede de una conferencia climática que busca movilizar acciones para el futuro de la Amazonía y del planeta.
2. Brasil busca liderar decisiones transformadoras
En la COP30 se conmemorarán dos hitos históricos: veinte años desde el Protocolo de Kioto y diez años desde el Acuerdo de París.
“El Acuerdo de París está funcionando, pero aún queda mucho por hacer”, afirmó el embajador brasileño André Corrêa do Lago, presidente de la COP30, en su primera carta oficial. En ella, Corrêa do Lago instó a la comunidad internacional a reflexionar sobre los valores humanos compartidos por todas las naciones. También subrayó la importancia de implementar Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés) más ambiciosas.
“Los líderes de gobiernos deben cumplir su compromiso de limitar el aumento de la temperatura global a 1,5°C. Las vidas humanas dependen de ello, los empleos del futuro dependen de ello, los entornos saludables dependen de ello”, señaló.
En una carta abierta, el Observatorio del Clima, una coalición de organizaciones de la sociedad civil brasileña, hizo un llamado al gobierno de Brasil a utilizar su liderazgo para impulsar acciones concretas urgentes sobre transición energética, NDCs, salvaguardas, adaptación y justicia climática, considerando los distintos impactos sobre los grupos vulnerables.
“¿Y quién mejor que Brasil para liderar esta discusión: una gran economía en desarrollo que debe erradicar la pobreza y también es un gran productor de petróleo?”, dice la carta dirigida al presidente Lula y a la ministra de Medio Ambiente Marina Silva.
3. La sociedad civil se moviliza
La sociedad civil organizada, movimientos, activistas y científicos exigen reconocimiento y una mayor participación en los debates climáticos cruciales que tendrán lugar en Belém. La Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil (Apib) lanzó una NDC Indígena, reconociendo el papel vital de los pueblos y comunidades tradicionales en la mitigación, adaptación y ambición climáticas.
Iniciativas locales en Belém también están impulsando la justicia climática y el empoderamiento de quienes más sufren la crisis. Desde 2023, jóvenes de las periferias urbanas de Belém han organizado la COP das Baixadas, un movimiento de incidencia popular que incluye educación climática, eventos culturales, recreación y actividades deportivas en sus comunidades. “Es una red que busca imaginar y construir colectivamente ‘la COP que queremos’ en la Amazonía, rumbo a la COP30 en Belém do Pará”, explican.

Pueblos Indígenas en preparación para la COP30. Foto de Rafa Neddermeyer / COP30 Amazônia Brasil / PR.
4. Soluciones desde la Amazonía para el mundo
Después de años de aumento en la deforestación, los estados amazónicos de Brasil lograron reducir la deforestación en un 30 % entre agosto de 2023 y julio de 2024, en comparación con el año anterior.
A pesar de la preocupación persistente por los incendios forestales y la degradación forestal, están surgiendo soluciones desde las comunidades tradicionales locales, guardianas históricas del bioma amazónico.
“Los sistemas agroforestales de Pará muestran al mundo que es posible producir, sostener medios de vida y conservar al mismo tiempo. Al combinar conocimientos tradicionales con ciencia aplicada, estos sistemas regenerativos integran seguridad alimentaria, generación de ingresos y preservación ambiental, todo a través de sistemas de producción diversificados”, explica Alison Castilho, coordinador territorial de CIFOR-ICRAF Brasil.
CIFOR-ICRAF opera en Brasil desde 2004 y mantiene dos oficinas en la Amazonía brasileña (Belém y Tomé-Açu), promoviendo soluciones basadas en la naturaleza como respuestas a la crisis climática.
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