Efecto mariposa: ¿Puede un insecto salvar un bosque tropical?


Mariposa ornitorrinco de la reina Alejandra, la más grande del mundo. Foto por Katlyn Moncada

Los humanos vivimos cautivados por las mariposas. Ya sea por los vibrantes y brillantes colores y patrones de sus alas, la manera aparentemente etérea con la que aletean y se deslizan por el cielo, o la transformación de crisálida que atraviesan y que ha inspirado millones de metáforas de esperanza, resurrección y transformación, hay algo en ellas que simplemente no encontramos en otros insectos.
Nuestra fascinación por estas criaturas a menudo se ha expresado en el deseo de poseerlas, con el impacto de incluso terminar sus vidas para ello. Durante siglos, las personas han capturado y matado mariposas para formar colecciones y se cree incluso que podrían ser los animales más comercializados del planeta.

Entre quienes se llaman “coleccionistas”, una “joya de la corona” es la mariposa más grande conocida del mundo: la llamada “mariposa ornitorrinco de la reina Alejandra” (Queen Alexandra’s Birdwing, QABB), o Ornithoptera alexandrae. Se conoce que los ejemplares individuales de esta mariposa pueden valer hasta 10 000 dólares en los mercados ilegales de tráfico de vida silvestre y que son relativamente fáciles de contrabandear, ya que no aparecen en los escáneres de rayos X en los puertos internacionales. Las hembras, de color marrón con marcas amarillas, pueden medir casi 30 centímetros de envergadura. Los machos son más pequeños, pero están decorados de manera más dramática, con alas negro mate surcadas de verde, amarillo y azul iridiscentes.

Familiar para los clanes indígenas de Papúa Nueva Guinea (PNG) desde hace decenas de miles de años, la mariposa ornitorrinco de la reina Alejandra fue “descubierta” por la ciencia occidental en 1906. Entonces, el naturalista londinense Albert Stewart Meek, en una misión para capturar nuevas especies, divisó una mariposa enorme y desconocida volando en lo alto del dosel del bosque, en algún lugar de la llanura de Popondetta en la actual provincia de Oro, la que abatió del cielo para reclamarla en nombre de la ciencia.

Hoy, la provincia de Oro muestra con orgullo la silueta de la mariposa ornitorrinco de la reina Alejandra en su bandera, y en los puestos del mercado de la capital provincial, Popondetta, puedes comprar camisetas estampadas con la imagen del insecto. Pero para ver la mariposa en sí, tendrás que conducir lejos de la ciudad, pasando por montones de basura en llamas, cercas de alambre de púas y cientos de hileras de palma aceitera que ahora han reemplazado el hábitat natural de esta criatura.

La distribución conocida de la mariposa ornitorrinco de la Reina Alejandra ahora es de solo 140 kilómetros cuadrados, casi exclusivamente en lo que queda del bosque lluvioso nativo. Su supervivencia depende específicamente de varias especies emparentadas de enredaderas del género Aristolochia, que se extienden por el sotobosque y son la única fuente de alimento para sus orugas y el único lugar donde ponen sus huevos.

“Es su alimento y también su hogar”, dice Elton Nukara, quien vive en la aldea de Dareki en la meseta de Managalas, una de las dos últimas fortalezas de la especie y el sitio de la nueva Área de Conservación de Managalas (MCA), desarrollada tras un proceso de treinta años facilitado por la ONG local Partners with Melanesians (PWM) y financiado por Rainforest Foundation Norway (RFN).

Elton Nukara señala la enredadera en la que la mariposa ornitorrinco de la reina Alejandra pone sus huevos. Foto de Monica Evans/ CIFOR-ICRAF

Nukara ha asumido recientemente el rol protector cuidando una de las “granjas de mariposas” de la meseta. El proyecto busca ayudar a que la especie se reproduzca capturando y manteniendo orugas y crisálidas en un vivero sombreado de malla verde, a salvo de aves y arañas, hasta que emerjan como mariposas y puedan ser liberadas en el bosque.

Aunque el trabajo tiene buenas intenciones, aún no hay suficiente investigación sobre el ciclo de vida de la especie para saber si esta es realmente una estrategia efectiva de conservación. Además, hacer que las mariposas nazcan en cautiverio podría volverlas un objetivo más fácil para los cazadores furtivos: el contrabando de la especie aún ocurre, y Managalas sigue siendo la fuente más probable de su comercio ilegal. Por otro lado, algunos conservacionistas abogan por relajar las restricciones sobre el comercio de mariposas y fomentar el desarrollo de criaderos comerciales, ya que eso podría crear mayores incentivos para que las comunidades locales preserven sus hábitats mientras acceden a medios de vida sostenibles.

En la granja, un pequeño claro al borde del bosque lluvioso a unos diez minutos a pie del pueblo, Nukara nos presenta a algunos de los residentes actuales, a quienes trata con gran afecto y cuidado. Las orugas son las más grandes y extrañas que esta reportera ha visto: negras como tinta, cubiertas de largas espinas escarlata, del grosor de un dedo gordo y de hasta 12 centímetros (5 pulgadas) de largo. Se alimentan exclusivamente de las hojas de enredaderas de Aristolochia, plantas tóxicas para muchos animales, lo que las hace poco apetecibles para los depredadores.

Dos mariposas Ornithoptera priamus en apareamiento. Foto de Danumurthi Mahendra / CIFOR-ICRAF

Nukara señala una enredadera marchita enroscada alrededor de un árbol y una crisálida pegada a una rama más arriba. “Cuando una oruga está lista para convertirse en crisálida, baja por la enredadera y se la come por completo”, dice. “Luego vuelve a subir y forma su crisálida”.
Su teoría es que esto es un mecanismo de defensa: “Pronto toda la enredadera muere, como esta, y eso significa que otros animales no pueden trepar por ella para comérselas. Es como si tiraran la escalera detrás de ellas para mantenerse seguras”. Otros especulan que este comportamiento hace que la enredadera produzca nuevos brotes para albergar a generaciones futuras de orugas; una vez más, se necesita más investigación para comprender mejor el proceso.

En resumen, la mariposa necesita la enredadera; la enredadera necesita al bosque para extenderse; el bosque necesita a la gente de Managalas para protegerlo; y, quizás es innegable pensar que la gente también necesita a la mariposa.

La mariposa ornitorrinco de la reina Alejandra se ha convertido en un emblema de conservación, un símbolo de la vida animal y vegetal única de la región y una carta de presentación para captar fondos tan necesarios de donantes enfocados en la biodiversidad como RFN y la Unión Europea (UE). Las comunidades locales esperan que este interés e inversión en la biodiversidad regional también les ayude a alcanzar sus aspiraciones de desarrollo, como empleo, salud, caminos y educación, de formas sostenibles y no destructivas.

Sin embargo, cómo estos fondos pueden satisfacer tanto las necesidades de conservación como las de desarrollo en la región, no es tan claro como la relación entre la mariposa y la enredadera, al menos por ahora. Ese es uno de los principales desafíos que enfrenta la agencia local implementadora del MCA, Managalas Conservation Foundation (MCF), y los investigadores del Centro para la Investigación Forestal Internacional y Centro Internacional de Investigación Agroforestal (CIFOR-ICRAF), que trabajan en conjunto con los 152 clanes de la meseta para desarrollar el primer plan de manejo del área de conservación.

Un macho recién emergido de la mariposa ornitorrinco de la reina Alexandra (Queen Alexandra’s Birdwing), la mariposa más grande del mundo. Foto: Angelus Palik / Swallowtails and Birdwings: Butterfly Trust

Su tarea es trazar cómo los habitantes de la meseta podrían utilizar la tierra tanto para medios de vida sostenibles como para una conservación efectiva. Se están considerando ideas como un centro de investigación sobre biodiversidad (donde sin duda figuraría la mariposa ornitorrinco de la reina Alejandra); emprendimientos de ecoturismo como avistamiento de aves, mariposas y senderismo; y la producción sostenible de productos como café, cacao y madera. Entre tanto, pondrán a prueba algunas de estas ideas y ver cuáles tienen alas para volar, gigantes, como la mariposa símbolo de la meseta.

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